La ciudad de Panamá en 1897
Me encontré por casualidad con esta narración que hizo Jorge Brissón un ingeniero civil colombiano sobre la ciudad de Panamá en mayo de 1897. Me pareció súper interesante, pues no hay mucho contenido al respecto sobre ese periodo previo a la Guerra de los Mil Días. Por consiguiente, decidí compartirte el capítulo completo que Brissón escribió; sin embargo, te ruego tengas en consideración lo siguiente:
- La narración fue hecha en el siglo 19, por ende contiene algunos pasajes que podríamos considerar extremadamente ofensivos y racistas en el siglo 21.
- Hice algunas pequeñas modificaciones a la estructura y en algunas oraciones para mejorar la legibilidad. El escrito original era una gran muralla de texto.
- Busqué algunas ilustraciones de la época para tener una mejor idea de lo que Brissón escribió.
Sin más dilación empezamos:
Empieza la descripción de la ciudad de Panamá en 1897, según Brissón:
No vayan a creer que pienso dar de Panamá una pintura minuciosa, que voy a describir los edificios, las administraciones, los parques, las murallas, etc. etc., como un guía.
Nada de eso, quisiera solamente ensayar el dibujar a grandes rasgos esta curiosa y original ciudad, que no se parece absolutamente a las demás de Colombia, y retratar su fisonomía animada, viva y tal como ha aparecido a mis ojos de europeo americanizado por diez y ocho años de permanencia en este Continente.
Panamá ha sido muy calumniada en el extranjero y en el resto de la República, por su clima, por su desaseo, por la índole misma de su población ; todo es falso, a lo menos en la actualidad.
¿Panamá era insalubre en 1897?
El estado sanitario es el mismo que el de la generalidad de los puertos del litoral intertropical. Lo prefiero al de La Guaira, de Puerto Cabello, de Maracaibo, de Buenaventura, etc. La fiebre amarilla existe, es verdad, pero en estado endémico y se manifiesta, de tiempo en tiempo, por casos aislados; han desaparecido las epidemias desde hace unos diez años.
En gran parte se debe esta mejora a los grandes desmontes que se han hecho paulatinamente en esta sección del Istmo y también al servicio de aseo y de higiene que es muy superior al de Cartagena y Bogotá.
Cuando Panamá tenga agua, es decir, cuando esté terminado el Acueducto que debe llevar a la ciudad las aguas del río de Juan Díaz, distante 21 kilómetros, esta capital será tan sana como Barranquilla, y más que Cartagena. Gracias al Gobernador actual, Sr. Ricardo Arango, la obra se está llevando a cabo. Esto será para Panamá una bendición de Dios y economía, sanidad, limpieza y seguridad.
¿Cómo eran las casas en la ciudad de Panamá en 1897?
Porque Panamá, como Colón, ha sido hasta ahora presa de fuegos periódicos y su servicio de incendio es todavía muy débil. No pedimos el de New York, ni el de la Habana, pues entre éstos y el que se goza aquí hay un abismo.
La mayor parte de las casas del pueblo son todavía de madera, mal acondicionadas, sin cocina y casi sin excusados. Pero en las obras nuevas han hecho algunos progresos y construyen con más duración, solidez y garantía.
Sobre la Policía de la ciudad de Panamá en 1897
La Policía es incontestablemente la mejor reglamentada de la República y forma un Cuerpo modelo cuyas funciones cierto mucho más delicadas que las de otras ciudades de Colombia.
Aquí, como en una gran ciudad que no quiero nombrar porque no me gusta hablar mal de los ausentes, el agente de orden público no corteja públicamente a las criadas, ni nolesta inútilmente á los cachifos a los pacíficos e inofensivos ciudadanos; pero si encuentra un borracho, en lugar de arrastrarlo cruelmente por el suelo, lo mete en un coche у lo conduce según su estado y categoría, y en beneficio de él, a la casa o al cuartel de Policía; si un forastero le pide un informe, lo conduce con amabilidad, y aunque sea a 10 cuadras de distancia, lo lleva hasta el punto solicitado; si estalla alguna reyerta o escándalo, no huye del lugar por temor de recibir algún porrazo, y al contrario se presenta en el acto para intervenir con moderación y firmeza.
Saben muy bien los que desde algunos años me hacen el honor de leer mis modestos escritos, que soy muy poco propenso al elogio y que más bien me inclino siempre hacia la crítica, de modo que no me sospecharán jamás de optimista ó de adulador.
De la población
La población de Panamá, que puede estimarse en unas 25,000 almas, requiere una vigilancia especial: es una aglomeración muy heterogénea y formada por elementos muy complejos. Aquí no tenemos al humilde y obediente boyacense o cundinamarqués, al trabajador y activo antioqueño o santandereano, al alegre y valiente caucano; aquí se encuentra el brutal e ignorante jamaicano, el vicioso e insolente aventurero europeo, el grosero y atrevido americano del Norte, el astuto é hipócrita celeste [inmigrante de baja categoría].
La masa de la población es casi íntegra de color. Negros finos, zambos, mulatos, cholos, ofreciendo todos los matices, desde el azabache o el ébano hasta el amarillo claro del chino, pasando por los colores intermedios del cobre y del bronce.
La sangre azul, pura de mezclas africanas, se encuentra únicamente en algunas escasas familias de la aristocracia mercantil, hebrea, o extranjera de origen en su mayoría.
De las mujeres de la aristocracia de la época
No queremos decir que en la capital del Istmo no haya un núcleo, un círculo social de raza blanca, muy al contrario, pero es muy limitado en comparación a la población y a otras capitales de la República.
Para darse cuenta de ello no hay más que trasladarse los domingos y jueves, a las 8 de la noche, a uno de los parques donde la reducida Banda Militar ejecuta algunos trozos de música, poco variados y bastante mal escogidos.
Allí se puede admirar, a la radiosa luz eléctrica, que, entre paréntesis, es superior a la de Bogotá, Barranquilla y Bucaramanga, el garbo y elegancia de las panameñas. Allí se les ve caminar con donaire andaluz, y los ojos de fuego y caras de perla y rosa. Quizás los sombreros son a veces algo extravagantes y llevan lazos y ramos demasiado encumbrados y voluminosos, pero no podemos exigir que sean iguales a los que lleva una parisiense que se pasea por la avenida de los Campos Eliseos.
Del entretenimiento y la cultura
Es el único lugar, con el Club Internacional que da un baile mensual, en donde se reúne la sociedad: el Teatro, que francamente no es digno de Panamá, está cerrado casi siempre y no se presta tampoco para fomentar los gustos artísticos; es una vieja capilla de monjas, habilitada bien que mal para coliseo y muy incómoda para servir de asilo a Melpomene y a Talia.
Una de las otras distracciones de la juventud dorada es subir en el tranvía eléctrico y recorrer entre 6 y 10 de la noche la ciudad de una extremidad a otra. Es decir, desde los cuarteles de Chiriquí hasta la estación del Ferrocarril; como el tranvía corre con bastante velocidad, es un baño de aire у de brisa después del baño de agua.
¿Qué hacían las señoras y los jóvenes?
Se sabe muy bien que en las ciudades de tierra caliente o costeñas no hay que pensar encontrar, como en las de tierra fría y del interior, las señoras paseándose, visitando o comprando en los almacenes a todas horas. Un calor de 25 a 34º y el modo de vivir no lo permiten. Hay que buscarlas para verlas, en general en tres ocasiones, en la iglesia, en las retretas y en el teatro. A menos que haya algún gran baile de etiqueta.
Entre la juventud masculina se puede observar mucha preocupación en el modo de vestir, y una temprana inclinación a ocuparse de política y diversiones en lugar de instruirse. En general, parece que la Instrucción Pública en todo el Departamento está bastante atrasada.
Desgraciadamente está también autorizada en este Departamento una Lotería que ayuda a empobrecer al obrero, y cuyas oficinas están, cosa inexplicable, establecidas en los bajos del Palacio Episcopal.
También hay un rematador de juegos y varias ruletas enteramente públicas.
Sobre la moneda, el bienestar y la actividad comercial
Por ley especial, el Departamento de Panamá tiene privilegio de ser eximido de la obligación de recibir el papel moneda, y no corren más que las monedas de 835 milésimos y los soles.
A pesar de que la abundancia y el lujo ficticio y transitorio que llevaron los derroches de la Compañía del Canal, durante algunos años, en las poblaciones del Istmo se acabaron, los trabajadores y el pueblo bajo gozan también actualmente de cierto bienestar muy superior al del peón del interior; los alimentos son muy baratos en Panamá, y el obrero puede, con una suma módica, comer bien, beber vino y hasta tomar hielo; viste con decencia y es muy aseado.
Acerca del mercado público en la ciudad de Panamá en 1897
La plaza de mercado, que es grande y bastante limpia, ofrece un golpe de vista interesante a la mañana; no tiene mal olor como la de Cartagena, que apesta a cinco cuadras de distancia. La mayor parte de los vendedores son chinos, y son ellos también los que cultivan las hortalizas y pescan en sus lanchas de construcción y aparejos especiales. En Panamá no falta la refrescante lechuga, los petits pois, las habichuelas verdes (haricots verts) la espinaca, los rábanos, e infinidad de frutas exquisitas, especialmente piñas, aguacates, papayas, mangos, mameyes, naranjas, guineos, etc. Justifica su nombre que significa en el lenguaje indio abundancia de pescado; y con frecuencia, a las 3 de la tarde, hay que botar al mar canastas llenas de delicioso pescado que ha quedado sin vender y principia a dañarse en pocas horas.
Uno de los reproches que haremos al mercado es que, siendo edificio destinado a los víveres y comestibles, no se debería permitir que se apoderen de él una turba de mercachifles de ropa hecha, sombreros y cachivaches de quincalla.
Así como los chinos venden los comestibles en el mercado, también los cocinan y son ellos los que han monopolizado casi por completo la industria de los restaurantes a bajo precio, lo mismo que en Lima. Estos hombres, por celestes que sean, son una verdadera plaga a donde caen como langostas, porque quitan el oficio a la mujer: cosen, cocinan, lavan, planchan, y por ende aumenta notablemente la prostitución como en la capital del Perú, donde una mujer no puede ganarse un real a menos de ponerse a vender licores de noche en tabernas equívocas, que son el equivalente de casas públicas. Los turcos, por inútiles que sean al progreso de un país, son menos dañinos, porque no perjudican más que al comercio.
Del puerto de la ciudad de Panamá en 1897
Panamá no es buen puerto de mar por falta de fondo en la bahía que está sembrada de arrecifes. Los buques tienen que anclar a una legua de distancia, cerca de unos islotes, (Perico, Naos (1) y Flamenco). El transporte en lanchas de las mercancías desde los buques al muelle del ferrocarril, y recíprocamente, da ocupación a mucha gente y recarga notablemente los fletes.
Sobre el puerto que construyeron los franceses
Pero según toda probabilidad, Panamá será dotado dentro de poco tiempo de un excelente puerto. Están construyendo en La Boca, es decir, en la desembocadura del Rio Grande, que al mismo tiempo es la del Canal, un muelle de longitud adecuada para alcanzar un fondo suficiente á marea baja para toda clase de vapores. Esta obra permitirá cargar ó descargar los buques directamente en conexión con la vía férrea, lo mismo que en la Machina de Cartagena y en Puerto Colombia (Sabanilla).
Esta importante empresa está á cargo de la casa Daydé y Pillet de París, contratada por la Compañía Nueva del Canal. La Boca dista de Panamá unos 3 kilómetros, y una vez terminado el Puerto no hay duda de que la ciudad se inclinará de este lado. Allí estará la cabeza de la línea férrea y del Canal, si lo hay, un tranvía eléctrico enlazará con el de Panamá actual, у todo el tráfico de mercancías y viajeros se hará directamente con un solo trasbordo del tren al buque y viceversa.
Toda medalla tiene su reverso, y si bien el tránsito se hará pronto mucho más considerable por motivo de la rebaja da fletes y del aumento de material rodante y vía doble (como está proyectado), en el Panamá Rail Road, quedará abolido el servicio de remolcadores, lanchas y lanchones que sirven actualmente de Flamenco al muelle de la Compañía del Ferrocarril, y por consiguiente estarán privados de su sustento cerca de 1,000 marineros, cargadores y demás empleados.
Los viajeros también pasarán directamente del vagón al camarote del vapor y recíprocamente, y dejarán menos dinero ó ninguno á los hoteles de la ciudad.
De los cementerios y hospitales
Un otro pequeño inconveniente que se presentará es el que los cementerios quedarán enclavados en el centro de la población. Lo anterior se debe a que Panamá y la Boca no harán más que una sola ciudad como Bogotá y Chapinero o Cartagena y La Popa, por ejemplo.
A propósito de los cementerios, no podemos dejar de anotar que el estado de abandono en que se hallan es muy triste. ¿Qué dirían las familias extranjeras que han comprado allí concesiones perpetuas y han elevado costosos monumentos para abrigar respetuosamente los restos de sus deudos, si vieran este potrero ó más bien esta selva habitada por cabras, marranos, gallinas y cuantos animales domésticos hay en el Istmo?
Pues que hablamos de los cementerios, no hay más que un paso a los hospitales, estas antesalas de la muerte. No diremos nada del Francés, que es uno de los mejores de Sur América, pero que no sirve más que para los empleados del Canal; quisimos visitar el de Santo Tomás, pero al poco rato nos sentimos invadidos por un ejército de insectos parásitos. Tuvimos que salir corriendo para mudar de ropa.
El Panamá actual ha sido fundado en 1670, por Antonio Fernández de Córdoba sobre la falda oriental del Cerro de Ancón y sus fortificaciones fueron comenzadas por Alonso Mercado de Villacosta. Panamá antiguo, distante 5 kilómetros, fue fundado por Pedro Arias Dávila e incendiado por el pirata Morgan.
De las obras de utilidad pública (acueductos, asilos, manicomios y bibliotecas)
Además de los desiderata que hemos anotado ya más arriba, añadiremos la falta de numeración de las casas; la de excusados, orinales públicos, etc. Sin embargo, poco a poco se van subsanando los más graves inconvenientes, y en breve se realizará uno de los más importantes adelantos que es la construcción de un acueducto.
Desde 1890 hay un asilo de pobres, gracias a don Tomás Herrera que también ha fomentado, entre otras numerosas obras de utilidad pública, el aumento de la red telegráfica con el interior del Departamento.
En estos días pasados se ha llevado a cabo otro progreso: se ha construído un pequeño manicomio de 5 salas. Antes de este hecho, los locos y locas vagaban por las calles, y había necesidad de encerrarlos con los presos enjuiciados y amarrarlos por las piernas a barras de fierro cuando eran furiosos. Es muy insuficiente y quedarán todavía muchos locos alborotando en el Istmo; pero para todo hay un principio; lo importante es empezar las reformas, luego caminarán adelante por sí solas.
Existe también una biblioteca pública, menos rica que la de Cartagena, pero que se va aumentando cada día. Lo anterior es muy necesario en una sección en donde la Instrucción Pública es, como lo hemos anotado ya, bastante atrasada.
A excepción de un poco de jabón, velas, hielo, aguardiente y zapatos, no hay industria alguna, todo es comercio.
Reseñas finales sobre la ciudad de Panamá en 1897
A pesar de estos defectos, Panamá queda, a lo menos en mi concepto, como una ciudad muy habitable para un extranjero. Existe gran cosmopolitismo, mucha extensión de relaciones sociales y amplitud en el modo de mirar la vida ajena.
No puedo resumir mejor mi opinión que transcribiendo la de un amigo colombiano que discutiendo el otro día, con un antioqueño que defendía a Medellín, con un costeño que sostenía a Cartagena, y con otros varios de diferentes Departamentos de la República que opinaban cada uno por su pueblo natal, les contestó…,”ta, ta, ta, en Colombia no hay más que dos ciudades : Bogotá y Panamá !”
¡Y la gracia es que mi amigo era de Barranquilla!
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Referencias sobre la ciudad de Panamá en 1897
- Carpenter, F. G. (1899). Carpenter’s geographical reader: South America. New York: American Book Co.
- The Tramways of Colombia / Panama. Electric Transport in Latin America. Retrieved February 22, 2022, from http://www.tramz.com/co/pa/pa.html
- Halstead, M. (1898). Pictorial history of America’s new possessions: The isthmian canals, and the problem of expansion. Chicago: The Dominion Company.
- Nelson, W. (1891). Five years at Panama: The trans-isthmian canal. London: Low, Marston, Searle & Rivington
- Bureau of the American Republics (Washington, D.C.), Colombia., & United States. (1892). Colombia: [a handbook]. Washington: G.P.O.
- Acheson, E. F. (1907). Souvenir: trip of congressional party to Panama, March 12-18, nineteen hundred and seven. Washington? Pa..
- Brissón, J. (1899). Viajes por Colombia en los años de 1891 a 1897. Bogotá: Imprenta nacional.