La Humillación Pública Como Castigo
Es un método de castigo y control social increíblemente poderoso. Es tan viejo -me atrevo a decir- como la humanidad misma. Los primeros registros datan de hace aprox. 2600 años. Por ejemplo, Confucio, en las Analectas, y Aristóteles, en la Constitución Ateniense, escribieron sobre sobre la humillación como método de castigo. El vía crucis de Jesús es un típico ejemplo de humillación pública, antes de ser crucificado.
Antropólogos como Paul G. Hiebert, han observado la existencia de la “cultura de la vergüenza” en múltiples grupos a lo largo de la historia. En pocas palabras, al existir cultura de la vergüenza, los individuos de un colectivo que violen los estándares o reglas que dicho colectivo haya establecido, serán individualizados, exhibidos y expulsados de este grupo. Al ser animales sociales, esta estrategia funciona de maravilla, pues mantiene la cohesión en los grupos. Nadie quiere estar solo, en particular cuando estás en un ambiente inhóspito rodeado de enemigos y depredadores, como se veía en los tiempos previos a la civilización.
Los registros cristianos nos ubican que en el siglo IV aparece la obligación de hacer penitencia pública por los siguientes pecados públicos: idolatría, homicidio y fornicación o adulterio. Casi 700 años después, la práctica de penitencia pública, sería luego reemplazada por la confesión auricular más privada.
Tradicionalmente la humillación pública o consiste en que el infractor pase por lo siguiente:
- Arresto, casi siempre sin juicio previo, derecho a defenderse
- Exhibición forzada, por las calles y plazas, frente a una agresiva e injuriosa multitud. Usualmente vistiendo ropas degradantes o en el peor de los casos, sin ropa.
- Inmobilización frente a la multitud en un aparato conocido como Picota.
- Castigo corporal propinado en la forma de latigazos y proyectiles lanzados por la multitud.
- Si el infractor sobrevivía, era usualmente desterrado o tenía que elegir el exilio, pues, en la memoria colectiva del pueblo, su imagen y la de sus familiares quedó estigmatizada. Las cicatrices no se borran fácilmente.
La Decadencia de la Humillación Pública
Con el paso del tiempo, los avances de la urbanización, el crecimiento de la población, la reintroducción de sistemas políticos distintos a las monarquías y la reducción de la participación de la iglesia en las decisiones gubernamentales hicieron que los países industrializados en los albores de la democracia moderna (siglo 18 y 19), abolieran los métodos de humillación pública, optando por las penas de cárcel e instaurando sistemas de justicia basados en derechos individuales que debían propinar la retribución adecuada al crimen cometido, rehabilitando al infractor, y en teoría, deteniendo a futuros infractores.
Lentamente empezaban a quedar atrás las prácticas barbáricas de la humillación y castigos públicos decretados por las autoridades. Estas prácticas eran vestigio de la oscura época de la esclavitud, un antivalor opuesto a la democracia…citando a Robert G. Ingersoll “herencia infame de la monarquía y el despotismo”.
La Humillación Pública en Tiempos Contemporáneos
La última mitad del siglo XX y la primera década del siglo XXI, el costo de aplicar el castigo de la humillación pública era muy alto, solamente valía la pena asumirlo cuando algún hacía o decía algo que ofendiera el código moral de la sociedad a la cual perteneciera. Ya nadie era exhibido por las calles y plazas, ni azotado públicamente en la Picota (especie de poste que estaba colocado en las plazas de los pueblos). Las vergüenzas públicas sucedían ahora en los medios de comunicación, y la opinión pública, reprochaba y criticaba a los grandes infractores del código moral y legal del momento: políticos, corporaciones, celebridades y uno que otro ciudadano que haya cometido algún crimen demasiado notorio.
En la actualidad una treintena de países aún tienen alguna ley que establece como sanción la humillación pública a los infractores, la mayor parte de este grupo son diversos países musulmanes tienen como castigo la humillación pública. En las comunidades indígenas de países latinoamericanos como por ejemplo, Panamá y Colombia, aún aplican el castigo de la humillación pública, herencia del sistema español.
Las Bondades y Peligros de la Humillación Pública como Método de Castigo
El propósito de la humillación pública es causar el sentimiento de vergüenza en los infractores. La vergüenza social entonces tiene como bondades:
- Nos ayuda a negociar la vida social, alertándonos que nuestro estatus dentro del grupo está en riesgo
- Es un inhibidor del comportamiento ilegal e inmoral
- Parafraseando al profesor de leyes, Dan Kahan. comparado con la prisión o castigo corporal, es más barato avergonzar a los infractores.
De acuerdo con Paul Gilbert, la vergüenza es una de las más “poderosas, dolorosas y potencialmente destructivas experiencias conocidas para los humanos”. Utilizar la humillación pública, como castigo contra un individuo, tiene los siguientes problemas:
- Nadie se toma la responsabilidad de establecer lo que realmente sucedió. El acusado es sometido a un proceso injusto donde probablemente recibirá una humillación pública, o en el peor de los casos, un linchamiento, basándose en falsas acusaciones, confusiones de identidad y rumores.
- El castigo tiende a ser desproporcionado con respecto al crimen.
- Se viola el contrato social que nos fundamenta como sociedad en la cual gozamos de derechos y libertades
- La memoria colectiva guarda una imagen del infractor, quedando estigmatizado por muchísimo tiempo
En Conclusión
La mala aplicación y abuso de humillación pública como castigo es un fenómeno que debilita simultáneamente :
- la confianza en la libertad de expresión
- respeto a los derechos humanos
- aleja cada vez más la sociedad virtuosa que la mayoría queremos
- Crea un hábito sádista en los que la practican y disfrutan
La vergüenza pública solamente trabaja en contextos increíblemente controlados, usualmente grupos pequeños. Por ejemplo una pequeña aldea. Además, dicho grupo debe balancear su cultura de la avergonzar a sus infractores, con la cultura de la compasión y reintegración.
150 años atrás se abolió este tipo de castigo por considerarse inhumano, cruel y degradante. Sin embargo, como sociedades no nos preocupamos educar a nuestros ciudadanos sobre la existencia y el respeto por los derechos de los demás y como veremos en el siguiente artículo, este factor, en conjunto con la popularización de las tecnologías de comunicación e información como buscadores y social media, han revivido la ancestral y nefasta práctica de la humillación pública, haciéndola ubicua.
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